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domingo, 28 de marzo de 2010

Futuro de venezolanos depende de liberación de Álvarez Paz// Por: Alejandro peña Esclusa


Por Alejandro Peña Esclusa //23 Marzo 2010

El juicio absurdo y la detención ilegal de Oswaldo Álvarez Paz marca un cambio de fase en el gobierno de Hugo Chávez.
Aunque en Venezuela ya existen presos políticos, la manera como el oficialismo ha manejado el caso de Álvarez Paz muestra un descaro y arrogancia inusitados. Al gobierno no le importó siquiera guardar las apariencias o simular algún tipo de legalidad.
Con la detención de OAP se ha enviado un mensaje muy claro al país: “El que se atreva levantar la voz contra Chávez irá preso, sin importar las leyes o los derechos humanos”.
Dado que el gobierno se siente débil y acorralado, por la suma de graves problemas acumulados, entre ellos el del colapso eléctrico, decidió radicalizarse, quitándose la careta y transformándose en una dictadura abierta, como la de los hermanos Castro. Sin duda, la mano del general cubano Ramiro Valdez ya comenzó a operar.
Luchar por la libertad de Oswaldo Álvarez Paz no es sólo un asunto de solidaridad y de justicia; sino una prioridad de cada uno de los venezolanos; porque, muy pronto, todos podremos vernos reflejados en ese mismo espejo.
Fuente: Fuerza Solidaria

Por qué Chávez ordena encarcelar a Oswaldo Álvarez Paz?

Evidentemente la detención del Dr. Oswaldo Álvarez Paz (ex gobernador del estado Zulia y ex candidato presidencial) no es una mera privación de libertad arbitraria y/o al azar. La medida fue tomada por el dictador después de revisar los informes que le presenta el G2 cubano en la sala situacional de Miraflores. Para los que entendemos que la pesadilla venezolana no terminará con votos, ni pitos, ni marchas, ni maracas; teníamos en Oswaldo a uno de nuestros más fieros y “cojonudos” representantes.

Desde el fatídico retorno del militar golpista al poder en abril del 2002, Álvarez Paz ha sido enfático y meridianamente claro con los venezolanos. Ha sido uno de los pocos patriotas que sabiendo utilizar la palestra pública que algunos medios le otorgaban, llamaba a la rebelión civil y al derrocamiento abierto del tirano. Es más, después del fraude monstruoso del Referéndum Revocatorio en el año 2004, Oswaldo fue uno de los pocos que dio la cara y denunció abiertamente la trampa con pruebas en la mano.

Pruebas que todavía existen pero que la dirigencia política opositora, la misma que marginó a Álvarez Paz por considerarlo un radical cabeza caliente, y la misma dirigencia tarifada que pacta con el régimen para sobrevivir enlodada en su propio estiércol, no desea que salgan a la luz pública. Oswaldo sabía que lo iban a meter preso y con todo y eso prefirió quedarse en el país. Eso demuestra valor, coraje y patriotismo, precisamente las causas principales por las que el régimen criminal castro-chavista decidió detenerlo.

Álvarez Paz no es un preso de conciencia común y corriente. Es un verdadero político de profesión con estudios en el exterior y dominio del inglés. Es además un estratega con conexiones políticas y amigos poderosos en diferentes gobiernos democráticos a nivel mundial. Su detención arbitraria y anticonstitucional, debe ser comprendida en su totalidad y no como un simple paso más hacia la dictadura totalitaria de Chávez.

La privación de libertad de Oswaldo, es una nueva etapa en la que el ex militar golpista irá con todo y terminará de aplastar a la verdadera disidencia patriota, que no se vende ni pacta con el régimen. Ahora la orden es ir en contra de los pesos pesados radicales que no han bajado la cabeza ni se han plegado a los designios acomodaticios de la dirigencia opositora venezolana. No le conviene al régimen tener en la calle a un Oswaldo Álvarez Paz, en el momento en que se suscite un apagón nacional generalizado, o un estallido social espontáneo producto de la ineficiencia e incapacidad manifiesta de este desgobierno.

Al ser Oswaldo un verdadero líder, que con un verbo incendiario y una visión radical e incisiva de la pesadilla venezolana pregonaba a los cuatro vientos la rebelión cívico-militar, no podía terminar de otra manera. Lo que más lo honra como hombre de bien y patriota ejemplar en esta menguada hora de la patria, es que estaba advertido y prefirió encarar los calabozos putrefactos del régimen antes que huir y abandonar su causa. Tendrá el régimen que abarrotar los calabozos y construir cárceles nuevas porque presiento que los presos de conciencia cada día serán más.

Tenemos que estar muy claros y comprender que transitamos por una de las etapas más oscuras y sangrientas de nuestra historia republicana. Cada día la dictadura cercenará más espacios y restringirá descaradamente la poca libertad que nos va quedando. La resistencia cada día será mayor y las fuerzas represoras del régimen actuarán en consecuencia, será una lucha constante entre democracia y totalitarismo. Al final triunfaremos porque la historia ha demostrado que las dictaduras son efímeras y los tiranos son de papel.

Desde mi humilde tribuna escrita, vaya un reconocimiento sincero y respetuoso para el Dr. Oswaldo Álvarez Paz y toda su familia. Sepan que es un trago amargo pero transitorio que servirá para seguir despertando conciencias entre los aletargados ciudadanos de la patria. Nuestros rezos y pensamientos estarán con ustedes. Somos hombres de bien y al final triunfaremos. ¡No nos doblegarán!



Cita: “La fuerza no proviene de la capacidad física sino de una voluntad indomable”




Mahatma Gandhi
Opinión / Roberto Olivares
Fuente: Noticiero Digital

jueves, 4 de marzo de 2010

La Híbridocracia o las dictaduras del siglo XXlFernando Mires (Chile)

Cuando fue derrumbado el muro de Berlín, símbolo y materia de la Guerra Fría, muchos pensaron que la democracia como forma política no sólo se había impuesto en Europa, sino que, además, iniciaba un vertiginoso recorrido a lo largo de todo el planeta. Esa fue el tono musical del “fin de la historia” que de acuerdo a la correcta interpretación de la sinfonía hegeliana-marxista, anunciaba un futuro sin grandes contradicciones. En fin, según las versiones sociologistas de autores como Alex Giddens y Ulrich Beck, se trataba de un futuro post-político, lo que en el fondo quería significar: un futuro no político: uno en donde primarían los acuerdos por sobre los desacuerdos, la síntesis por sobre la antítesis, el consenso por sobre la contradicción. Vanas profecías.
El 11 de Septiembre del 2001 los guerreros de Dios venidos desde las montañas de Afganistán demostraron a través de la horrible masacre que la contradicción comunismo- democracia (y no comunismo- capitalismo) era sólo expresión geopolítica de una mucho mayor: la contradicción democracia- barbarie. Contradicción que desde los tiempos del milagro griego ha venido persiguiendo a los habitantes del occidente político. Efectivamente: si alguien se diera a la titánica tarea de escribir la historia universal de la democracia – y no la de la infamia, como J. L. Borges- tendría que llegar a la conclusión de que la democracia es la historia de sus interrupciones, o lo que es casi igual: de sus muchas derrotas.
1. A diferencia de los antidemócratas del pasado que usaron la democracia como caballo de Troya para cumplir tareas antidemocráticas, los actuales enemigos políticos de la democracia necesitan de la democracia para ocultar, en nombre de la misma democracia, a las más astutas dictaduras. Esa instrumentalización de la democracia por sus enemigos es el fenómeno político que aquí denomino como híbridocracia
La híbridocracia es la forma como tienden a presentarse las dictaduras post- modernas.
Como el nombre lo indica, se trata de dictaduras cruzadas con formas democráticas. ¿Por qué hablo de híbridos? He de citar a Wikipedia: “Un híbrido es el organismo vivo animal o vegetal (o político, FM) procedente del cruce de dos organismos de razas, especies o subespecies distintas, o de alguna, o más cualidades diferentes”.
Mas, nunca de los cruces resultan combinaciones perfectas. Raramente un híbrido es mitad y mitad. Los centauros, cruces de caballos y seres humanos de la mitología griega, eran más caballos que humanos. En cambio los faunos, cruces de chivos con humanos, eran más humanos que chivos. La palabra cruce tenemos que entenderla entonces en su sentido literal. En un cruce, lo que es de una especie se acerca, a veces se junta, incluso se confunde con lo que pertenece a la otra especie. Pero también se separa. De tal modo que una híbridocracia, que es el cruce de dos formas de gobierno, no se refiere a la existencia de dos identidades paralelas, sino a un cruce entre dos identidades diferentes.
Híbridos políticos han existido desde hace mucho tiempo. Por ejemplo: las monarquías parlamentarias europeas de los siglos XVlll y XlX. Hoy el híbrido predominante resulta del cruce entre una dictadura con una democracia, lo que no quiere decir que de allí surja una dictadura democrática o una democracia dictatorial (esos son contrasentidos), sino más bien una dictadura que se representa como democracia. Hay, por cierto, democracias con deformaciones dictatoriales: la Italia medial de Berlusconi o la Colombia narco-militar de Uribe, para poner ejemplos. Pero las deformaciones no son necesariamente resultados de un cruce. Se trataría en estos casos de democracias deformadas por la existencia de poderes fácticos paralelos, como son las mafias, las sectas y los organismos represivos, tanto virtuales (mediales) como reales.
Por cierto, las democracias perfectas no existen y es bueno que así sea porque si existieran no existirían las luchas por las democracias y sin éstas no habría democracias. La democracia vive de sus imperfecciones, que es lo mismo decir, de lo que excluye y no de lo que incluye. Las luchas por la democracia pueden ser así entendidas - de acuerdo a la sugerencia de Jaques Rancier- como las luchas de los excluidos para ser incluidos como incluidos y no como excluidos (La Mésentente. Politique et Philosophie, París 1995). En este sentido hay y ha habido dictaduras con aperturas democráticas y hay cada vez más dictaduras híbridas, que son las que combinan elementos dictatoriales con elementos democráticos bajo la hegemonía – la palabra hegemonía es, en este caso, importante- de los primeros. Son las dictaduras que también llamamos híbridocracia. Gobiernos híbridos son por ejemplo los de Irán, Bielorusia, Zimbawe, y en América Latina los ejemplos más claros son los de Nicaragua y Venezuela.
Para seguir con ejemplos: la híbrida morfología del gobierno de Chávez se parece más a la dictadura de Lukaschenko que a la de Fidel Castro. La dictadura cubana en cambio es, si se quiere, tradicional y, en gran medida, conservadora. Dejando las ideologías aparte –pues lo que piensan de sí las dictaduras es lo que menos sirve para analizar un fenómeno histórico- Castro está más cerca de Franco o de Pinochet –ninguno de los dos era híbrido- que de Chávez, quien sí es un perfecto híbrido político.
Fue Leo Trotsky quien para explicar la historia del capitalismo hacía mención al hecho de que éste se encontraba sujeto a un desarrollo desigual y combinado. Con ello quería decir que en las formaciones capitalistas subsisten formas no capitalistas que se representan de modo diferente de un lugar a otro. Lo mismo se podría afirmar de las democracias de nuestro tiempo. En cada democracia moderna subsisten elementos pre-modernos, incluso arcaicos y, por supuesto, no democráticos (la pena de muerte en los EE UU por ejemplo). La diferencia con la idea de Trotsky es que las formas combinadas que se dan en las dictaduras híbridas no corresponden a ningún proceso de desarrollo. Las híbridocracia contemporáneas carecen de un Thelos, lo que quiere decir: no persiguen ningún fin histórico; son un fin en sí. Desde luego, los dictadores híbridos no se cansan de simular una teleología política presentándose como forjadores de una nueva era, la del socialismo del siglo XXl por ejemplo. Pero pasan y pasan los años y del socialismo del siglo XXl no aparece ningún rastro. Lo único que se fortalece y amplía es la estructura híbrida del aparato de dominación dictatorial. El socialismo del siglo XXl es como el Godót de la obra de Samuel Beckett: no llega y nunca llegará. Más aún, Godó, así como el socialismo del siglo XXl, sólo pueden existir bajo la condición de que no lleguen.
Hay, evidentemente, un consenso internacional relativo a que la democracia es el modo de gobierno que más se adapta al Standard político mundial. En este caso la democracia ha llegado a ser algo así como un programa compatible a escala internacional: una especie de Microsoft político. Eso no quiere decir que la democracia sea el non plus ultra de las representaciones políticas habidas y por haber. Es simplemente, y repito, la representación que ha llegado a ser hegemónica o, siguiendo las mil veces citada frase de Churchill: “la peor forma de gobierno con excepción de todas las demás”. En otras palabras es, por lo menos para los occidentales, “la menos peor”, atributo que hay que tomar en serio pues ninguna forma política será la mejor de todas para siempre y jamás. En política, y en otras cosas, lo más que podemos alcanzar, dadas las limitaciones propias a la condición humana, será siempre: “lo menos peor”. Y eso ya es mucho.
En fin, la democracia ha llegado a ser en Occidente tan hegemónica como el uso de terno y corbata entre los políticos. Con ello quiero decir, además, que la democracia no sólo es una forma de gobierno sino también una forma de representación pública. Y en la arena internacional no importa tanto que un gobierno sea democrático, sino que lo parezca. Eso es lo que han logrado la mayoría de las híbridocracia de nuestro tiempo. No son democráticas, pero son reconocidas como tales y eso es, al fin, lo único que les importa.
Los gobernantes hibridocráticos son como esos nuevos ricos que se mudan desde un barrio popular a otro más “distinguido”. En el nuevo barrio, a diferencias de lo que ocurría en el anterior, no pueden andar a gritos en la calle, insultar a algún vecino y salir a tomar sol en calzoncillos. Por el contrario, deben conservar las formas. Y mientras no interfieran el orden público, serán aceptados por los nuevos vecinos, aunque todos sepan que apenas cierran la puerta de su casa, insultan a su mujer, patean al perro y escupen en el suelo. Así ocurre con los gobernantes de las híbridocracia actuales. Hacia afuera aparecen como democráticos. Hacia adentro son autocráticos.
¿En dónde reside la carta de representación democrática de las híbridocracia? La respuesta es muy sencilla: en las elecciones, nada más que en las elecciones. Esa es la razón que explica porqué las dictaduras hibridocráticas no sólo son electorales; además, son electoralistas. Muchas veces –sobre todo cuando saben que el triunfo es seguro- los gobernantes de las híbridocracia realizan elecciones fuera de fecha y programa. La elección ha sido así convertida en un medio que sirve para refrendar el poder cada vez que el autócrata lo requiere. Aunque parezca paradoja: las elecciones en las híbridocracia no son hechas para elegir sino para legitimar.
Por cierto, los hibridócratas corren el riesgo de perder una que otra elección. No todos son tan previsores como Lukaschenko o la teocracia persa quienes mandan confeccionar previamente los resultados (siguen así el ejemplo de las “democracias populares” del pasado reciente) e incluso los dan a conocer -como ocurrió en Irán- cuando la votación recién está comenzando. Los más burdos, como es el caso de Ortega, roban los votos, y lo que es peor, a ojos vista, y a quien no le gusta le dan con un bate de baseball en la cabeza. Chávez es más inteligente: si pierde, las vuelve a repetir en una fecha más favorable o, simplemente, desconoce los resultados, destituyendo de sus cargos y persiguiendo a candidatos elegidos hasta convertirlos en presos políticos o exiliados.
En cierto modo las híbridocracia han aprendido la lección impartida por los fascismos europeos. Tanto Hitler como Mussolini se hicieron del poder utilizando medios electorales. Pero la diferencia de las híbridocracia con los fascismos clásicos también es importante. Mientras estos últimos utilizaban las elecciones para hacerse del poder y luego suprimirlas, las híbridocracia no suprimen las elecciones, sólo las pervierten. Después de todo al mundo “democrático” eso no le importa. Lo importante es que se realicen elecciones cada cierto tiempo. Nada más.
Las elecciones son para las híbridocracia los impuestos que deben pagar al mundo democrático para seguir conservando el rango de democráticas. En cierto modo ellas conocen los dos dogmas de la ONU: a) el principio de no intervención (lo que significa que cada gobernante puede hacer las porquerías que estime conveniente en su nación, siempre que no las haga afuera) y b) la legitimación electoral. Las híbridocracia cumplen, por lo general, con ambos requisitos.
Los organismos internacionales, sean la EU, la OEA o la ONU, han terminado por aceptar la idea comunista de la democracia. La democracia, para los comunistas, era la representación de una dictadura de clase y luego era formal y nunca real. Las híbridocracia son, efectivamente, la dominación de una “clase en el poder” (Poulantzas) y han reducido a las democracias a su pura representación formal (electoral). En fin, de acuerdo a la ideología de las híbridocracia, las elecciones han llegado a ser el mero fetiche de la democracia.
3. Las elecciones son el momento más vital de la política democrática, qué duda cabe. Sin elecciones no hay democracia; pero sólo con elecciones, tampoco. Sin una división clara de los poderes públicos, sin que a la oposición le sea plenamente garantizado el derecho a opinar y a reunirse públicamente, sin las garantías para una prensa libre, sin reconocimiento de los resultados electorales, no puede haber democracia, aunque todos los días haya elecciones.
Mas, ¿qué se puede decir en contra de la práctica hibridocrática si una de las naciones más democráticas del mundo, los EE UU, también realiza en los países que invade y ocupa, las prácticas más hibridocráticas que es posible imaginar? Más aún: intentan convencer al mundo que elecciones cómo las que implantan en Irak y Afganistán llevan a la democratización de esas pobres naciones.
¿A quién quieren impresionar los EE UU –me pregunto- con esas tomas televisivas donde tres o cuatro afganos o iraquíes no saben que hacer con el papel que les entregan para que aparezcan en la pantalla haciendo como que votan? ¿A quién quieren seducir con esos candidatos “made in USA”, verdaderos autómatas electorales? ¿Con ese 0,01 % de la población que se atreve a votar, mientras en las calles pavimentadas de cadáveres silban balas y explotan edificios completos? ¿Con ese presidente Karzai cuyo mayor acto de gobierno es aparecer cada cierto tiempo en las fotos, siempre con una capa más colorida y costosa que la anterior? ¿Cómo podrán criticar alguna vez a Chávez y Co., si ellos -representantes de la idea de la democracia ante el mundo- realizan elecciones para legitimar invasiones que a estas alturas no tienen ya ninguna legitimación?
Definitivamente, las invasiones cometidas por los EE UU en Afganistán e Irak han estado plagadas de obscenidades. La obscenidad más grande ocurrió sin duda con las aberraciones sexuales cometidas en las cámaras de tortura de Abrú Grhaib. La segunda es Guantánamo: ese insulto al pensamiento civilizado. La tercera son las elecciones que realizan en las zonas de ocupación. Con esas mascaradas electorales no hacen un favor a nadie. Ni a la democracia, ni a los afganos e iraquíes, y mucho menos, a los EE UU.
4. No las dictaduras clásicas sino las híbridocracia son el peligro que amenaza a las precarias democracias de la región.
Las híbridocracia –esas astucias de la razón histórica, diría Hegel- son las dictaduras del siglo XXl. Más peligrosas son si se tiene en cuenta que gozan de cierta aceptación internacional pues, de una manera u otra, las híbridocracia son dictaduras mediáticas y han logrado convencer a la opinión pública que son de “izquierda” y además, “progresistas”. Aún después de diez años hay muchos europeos que creen que Chávez y el chavismo vienen de las tradiciones más gloriosas de la izquierda venezolana, lo que cualquier venezolano que alguna vez haya tenido que ver con la izquierda, aun siendo chavista, podría desmentir rápidamente.
Basta escuchar el lenguaje “de izquierda” de Chávez y de esos militares obesos a punto de jubilar para darse cuenta que su tradición de izquierda es radicalmente impostada. En el mejor de los casos han aprendido de memoria una que otra frase de los manuales de Marta Harnecker. Más no se les puede pedir tampoco: al fin y al cabo tienen que mantener esposas e hijos que viven caro, muy caro.
No obstante, la Venezuela de Chávez aparece como el eslabón más fuerte de la cadena hibridocrática. Sin embargo, como una vez destacó Alain Touraine, esa es sólo una apariencia.
A Touraine corresponde el mérito de haber sido uno de los pocos sociólogos europeos que ha captado que el único gobierno del ALBA que hunde sus raíces en la tradición de izquierda y en las luchas sociales de su país, es el de Evo Morales (¿Existe una izquierda en América Latina?, Nueva Sociedad Septiembre/Octubre 2006). Ahora bien, estando de acuerdo con Touraine, quisiera radicalizar un poco más su tesis: Venezuela no es el eslabón más fuerte de la cadena hibridocrática. Pero sí es su eslabón principal o central, lo que es algo distinto. Más todavía, me atrevería a agregar que Venezuela, pese a ser el eslabón central es, a la vez, el eslabón más débil de la cadena hibridocrática del continente. ¿Cómo se entiende dicha afirmación? ¿No tiene Chávez detrás de sí a las fuerzas armadas? ¿No cuenta con el apoyo de un fuerte movimiento de masas? ¿No posee el arma fulminante del petróleo?
Militares, masa y petróleo, son los tres pilares del chavismo, hasta el punto que faltando uno sólo de ellos, no hay chavismo. Esa trilogía –militares, masa y petróleo- son la no-santísima trinidad del chavismo. Si a eso agregamos un caudillo militar mesiánico, da la impresión de que estamos frente a un gobierno invencible. No obstante, aquí sostengo: Chávez y el chavismo son perfectamente derrotables. Ese no es el caso del gobierno etnocrático de Evo Morales –aquí coincido plenamente con Touraine- cuyas raíces históricas, guste o no, son centenarias.
A fin de sustentar mi tesis del “eslabón más débil”, hay que tener en cuenta que entre el 40 y el 50 de la población votante antichavista se mantiene, después de 10 años, estable. Chávez la llama “la oligarquía” lo que numéricamente es imposible (oligarquía significa el gobierno de unos pocos). A ese porcentaje hay que agregar el sector de los indecisos, los llamados “ni-ni” a quienes Chávez no ha podido sumar a sus fuerzas. Y no se trata de que la oposición partidista a Chávez sea genial. Por el contrario, estamos hablando de una oposición que no ha dejado error sin cometer. Y si aún así Chávez no ha podido reducir ese porcentaje adverso en diez años de gobierno, significa simplemente que ya no lo logrará nunca más. Ese porcentaje -en ese punto Teodoro Petkoff tiene toda la razón- no solamente es estable, sino que muestra una tendencia al crecimiento.
Por cierto, poseer entre un 50 y un 55% de la votación a favor, es una cifra excelente para realizar un buen gobierno. Pero, y eso es lo que seguramente atormenta a Chávez, no es suficiente para hacer una revolución. En otras palabras, desde un punto de vista cuantitativo, el chavismo tocó techo. A partir de ahí el chavismo sólo puede bajar y la oposición sólo puede subir.
Pero no solamente Chávez está a punto de perder la mayoría cuantitativa. La cualitativa tampoco la tiene. Cualquier análisis electoral demostrará claramente que mientras el chavismo tiene más voto agrario que urbano, la oposición tiene más voto urbano que agrario. En términos generales, y eso fue lo que demostraron las elecciones a alcaldes y gobernadores del 2008, cuando la oposición va unida, gana en las ciudades, mientras el chavismo gana en los campos. Ello tiene una gran importancia política, pues es del entorno urbano y no del agrario donde emergen los cuadros intelectuales, técnicos, y políticos que cada gobierno necesita para gobernar con cierta eficiencia. En otras palabras, después de diez años Chávez no ha logrado ganar la batalla ideológica. Y si ha leído a Gramsci como él afirma, debe saber muy bien que sin ganar esa batalla, no se puede hacer ninguna revolución.
Si hablamos de tendencias, Chávez tiene dos alternativas. O transformar su proyecto revolucionario en un proyecto de “buen gobierno”, intentando cooptar a ciertos sectores de la oposición, que es la línea que ocasionalmente ha insinuado el ex vicepresidente Rangel, o pisa el acelerador totalitario. Eso último, hay que reconocerlo, es lo que ha venido haciendo en los últimos meses. Pero ¿están dadas las condiciones para establecer en Venezuela un régimen totalitario?
No es necesario leer a Hannah Arendt para saber que un régimen totalitario reposa sobre dos bases. La primera es poseer una visión de mundo que seduzca de un modo casi religioso a la mayoría absoluta de una nación. Como ya hemos visto esa visión de mundo no la posee el gobierno chavista a menos que alguien crea que ese enredo que ha armado Chávez con Bolívar, Jesucristo y Lenin sea una visión de mundo. No hay totalitarismo sin ideología totalitaria y los ideólogos del chavismo, que no brillan demasiado por su originalidad (basta ver lo que escriben y, sobre todo, como escriben) no han sido capaces de construir nada que de lejos se parezca a una visión de mundo.
La segunda base es la creación de un sistema político absolutamente cerrado lo que significaría que Chávez –y este es el punto decisivo- renuncie a su condición híbridocrática. Esto es, que renuncie a la línea electoral y establezca una simple dictadura militar, a la Pinochet o a la Videla. Pero eso significaría clausurar el espacio desde donde Chávez ha extraído hasta ahora su legitimación política, lo que lo llevaría a transformarse en un dictador militar de tipo “clásico”, por lo cual debería pagar un precio político elevadísimo, además del aislamiento internacional. Por cierto, en la historia todo es posible. Pero en política hay que actuar de acuerdo a las condiciones dadas y no en torno a probabilidades. Y lo cierto es que, hasta el momento, pese a su radicalización, el gobierno militar venezolano continúa conservando su carácter hibridocrático. En fin, una gobierno militar altamente represivo e incluso dictatorial pero que cohabita con un espacio electoral de legitimación. Ahí yace la especificidad del sistema chavista de poder. Ese espacio electoral que hasta ahora no ha cerrado Chávez es, a su vez, ambivalente. Por un lado constituye, como dijimos, su principal fuente política de legitimación. Pero, por otro lado, es el espacio –el único, diría yo- que se abre a la oposición para derrotar políticamente al chavismo alguna vez. Y aquí llegamos al tema más delicado de todos.
Si uno hace un seguimiento a los medios del campo anti-chavista, descubre que se encuentra dividido entre dos opciones, opciones que llamaremos la de la oposición y la de la resistencia. Eso quiere decir que el anti-chavismo ha pisado la trampa diabólica que todo gobierno hibridocrático tiende a sus enemigos; y es la siguiente: al tener dos identidades, la híbridocracia también divide sus enemigos en dos identidades.
Los unos, llamados electoralistas, afirman que hay que concentrar toda la lucha en las elecciones por la simple razón de que no hay ninguna otra posibilidad. Y tienen toda la razón. Los otros, en cambio, afirman, que no están enfrentando a un gobierno democrático sino a una dictadura militar, y eso significa que hay que realizar una lucha de resistencia y no de simple oposición. Y también tienen toda la razón. Ambas tendencias tienen razón, y al mismo tiempo -y ésta es la paradoja que abre la lucha en contra de una híbridocracia- ninguna de las dos la tiene. O mejor dicho, cada una de las identidades opositoras tiene una parte de la razón (que no es lo mismo que tener razón en parte). Esa es, a la vez, la gran ventaja del chavismo frente a sus enemigos, porque – y aquí llegamos al punto decisivo- mientras las dos identidades del chavismo conforman una sola unidad (un cruce de identidades) las dos identidades de los anti-chavistas se encuentran separadas entre sí.
En palabras breves: la tarea política que tiene la lucha en contra de una híbridocracia es la de enfrentar a las dos identidades unidas que la caracterizan, por medio de dos identidades que también se unan entre sí. Eso quiere decir que entre oposición y resistencia no hay contradicción sino, por el contrario, ambas formas de lucha pueden y deben llegar a ser parte de una sola identidad constitutiva. Más todavía: ambas identidades no son por naturaleza (en la política no hay naturaleza) contradictorias sino que esencialmente complementarias.
Por cierto, cada una de esas formas de lucha supone actores diferentes. Mientras la actividad electoral requiere de la existencia de partidos políticos unidos, la resistencia pacífica requiere de organizaciones civiles y redes populares en condiciones de actuar con cierta rapidez e incluso, espontaneidad. Criticar a los partidos políticos porque centran su actividad en la lucha electoral, es un absurdo. Las elecciones son el campo de acción de todo partido político. Los partidos políticos deben ser electorales -incluso electoralistas- o no ser. Pero los partidos no pueden reclamar para sí el monopolio de todas las formas de lucha ni mucho menos subordinarlas a la agenda electoral. A la vez, la resistencia pacífica no puede ni debe reclamar para sí la planificación de las contiendas electorales.
Suponer que para obtener un triunfo electoral es necesario congelar las luchas sociales y las iniciativas ciudadanas, es un disparate que se paga muy caro. Las elecciones se ganan primero en la calle, y después, sólo después, en las urnas.Eso lo sabe muy bien Chávez quien, sin duda, posee un fino instinto político. Durante el referéndum del 2009 que consagró la reelección presidencial, Chávez revertió todas las encuestas, movilizando y enervando a sus huestes, tensando el enfrentamiento político al máximo, sin trepidar en utilizar todos los medios, legales e ilegales, que tenía a disposición.
Los enfrentamientos electorales no siempre son limpios -con eso hay que contar– y la política tampoco lo es. Mucho menos si se trata de enfrentar a un gobierno militar que no juega limpio. En fin, lo que quisiera subrayar es que las elecciones nunca se han ganado en encuestas. Hoy nuevamente las encuestas favorecen al anti-chavismo. Eso no significa nada, absolutamente nada. La única encuesta válida es la elección.
Es necesario destacar por último que ninguna elección se puede ganar sin movilizar al sector de los indecisos. Pero para que los indecisos se decidan, requieren una mínima identificación con uno de los bandos, es decir, los indecisos deben ser politizados y eso es imposible que ocurra si quienes quieren ganarlos para sí, se ocultan en sus casas. Al llegar a este punto, quisiera citar un párrafo de un texto de Chantal Mouffe, escrito para una realidad diferente, pero que sin embargo pareciera haber sido escrito pensando en función de la que estoy comentando. Escribe Mouffe: “Movilización exige politización. Pero no puede haber politización sin una representación del mundo llena de conflictos con el campo adversario y con la cual los seres humanos puedan identificarse”. Y agrega: “la posición racionalista no puede entender que aquello que motiva a entregar el voto, es mucho más que el deseo de representar intereses. Se trata del dilema de la identificación. En el acto de votar yace una muy significativa dimensión afectiva” (On the Political, London, New York 2005)
Hay que abandonar de una vez por toda la idea liberal de que las elecciones se ganan de acuerdo a opciones racionales tomadas por seres racionales. Las elecciones se ganan con seres humanos, y los seres humanos no son siempre racionales. Las elecciones son un campo político de proyección, y quienes votan no lo hacen siempre de acuerdo a intereses fríamente calculados. Mucho menos si se trata de elecciones tan dramáticamente decisivas como serán aquellas que tendrán lugar en Venezuela durante el año 2010.
5. Ni elecciones sin resistencia, ni resistencia sin elecciones.

Derechos humanos “torcidos”

El Cardenal Secretario de Estado de la Santa Sede, Mons. Tarsicio Bertone, pronunciaba una conferencia sobre los derechos humanos en el Magisterio de Benedicto XVI, durante su visita a España del 3 al 5 de febrero. La ocasión la brindaba el todavía reciente 60 aniversario de la proclamación por la Asamblea General de las Naciones Unidas de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el 10 de diciembre de 1948.
Posguerra: Momento de gracia en la maduración de la conciencia
¡Qué fácilmente perdemos la memoria de los acontecimientos históricos, en los que se sustentan las conquistas que disfrutamos en el presente! El Cardenal Bertone contextualizaba su reflexión con las siguientes palabras: “Aquella Declaración Universal de los Derechos Humanos debe considerarse un momento de importancia fundamental en la maduración de la conciencia moral de la humanidad, en consonancia con la dignidad de la persona”.
La Segunda Guerra Mundial había concluido tan sólo tres años antes. En ella había fallecido más del 2% de la población de la Tierra (¡sesenta millones de personas!). Pocas veces como en aquellos años de posguerra, el ser humano ha sido tan consciente de las dramáticas consecuencias que pueden llegar a derivarse de las ideologías antihumanistas.
El sufrimiento había resultado ser una fragua en la que el espíritu de la humanidad había madurado aceleradamente. El escritor francés Georges Bernanos, que fallecía el mismo año de Declaración de la ONU que conmemoramos, dejaba escrito: “El escándalo del universo no es el sufrimiento sino la libertad”. En este contexto de reflexión madura, se produjo el consenso suficiente que hizo posible aquella Declaración de los Derechos Humanos. ¡Qué difícil hubiese sido hoy obtener aquel acuerdo!
¿Redefinir los derechos humanos?
Una de las afirmaciones del Cardenal Bertone en la conferencia, que más eco ha tenido es la siguiente: “En nuestros días, hay un proceso continuo y radical de redefinir los derechos humanos individuales en temas muy sensibles y esenciales, como la familia, los derechos del niño y de la mujer, etc.”.
En efecto, muy pocos se atreven hoy en día a cuestionar la formulación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Sería una estrategia impopular y abocada al fracaso. La táctica de nuestros días consiste en alejarse de aquel marco o, en última instancia, acoger su formulación, pero vaciándolo de su contenido original. No se niegan los conceptos, sino que se “redefinen”. Paralelamente, se “diseñan” otros términos que son presentados engañosamente como equivalentes.
Entre los vocablos que son prácticamente excluidos del actual paradigma cultural, citamos los siguientes: “verdad moral”, “voluntad”, “bien común”, “padres”, “esposos”, “autoridad”, “naturaleza”, “razón”, “esperanza”, “fe”, “justicia social”, “representación democrática”… Paralelamente, destacamos también algunos de los términos que configuran el nuevo lenguaje: “diálogo de civilizaciones”, “sociedad civil”, “diversidad”, “salud sexual”, “derechos reproductivos”, “género”, “homofobia”, “globalización”, “calidad de vida”, etc.
Pero entre todos estos nuevos conceptos, el “derecho a elegir” se presenta hoy como el valor supremo desde el cual, en la práctica, se reinterpreta la Declaración de los Derechos Humanos. La realidad, tal y como tradicionalmente había sido comprendida, es considerada como una mera “construcción social”. Para poder ejercer autónomamente el “derecho a elegir”, es necesario liberarse de cualquier marco objetivo y normativo: bien sea semántico (conceptos claros), bien sea ontológico (filosofías realistas), bien sea moral (ley natural universal), bien sea social o cultural (tradiciones), bien sea político (soberanía popular y sentido de autoridad política), bien sea religioso (principios religiosos)…
En definitiva, las palabras del Cardenal Bertone –“continua y radical redefinición de los derechos humanos”- estaban denunciando una inversión de valores: el placer es colocado por encima del amor, la salud y el bienestar por encima del derecho inviolable a la vida, los vínculos políticos por encima de los familiares, los cauces de participación de determinados grupos radicales por encima de la representación democrática, la autonomía del individuo por encima de la moral, las ideologías por encima de la ley natural…
Fundamento de la dignidad humana
Aunque hace ya sesenta años que se produjo aquel “gran consenso”, no olvidemos que la fuente de los derechos humanos no puede ser el acuerdo político, sino la radical dignidad del ser humano. Mons. Bertone recordaba que “los derechos humanos son anteriores y superiores a todos los derechos positivos. De aquí que el poder público quede sometido, a su vez, al orden moral, en el cual se insertan los derechos del hombre”.
El Magisterio más reciente de la Iglesia Católica se ha prodigado en una decidida defensa de la Declaración de los Derechos Humanos. El Cardenal Bertone nos recordaba que “cuando el Magisterio de la Iglesia habla de los derechos humanos no se olvida de fundarlos en Dios, fuente y garantía de todos los derechos, ni tampoco se olvida de enraizarlos en la ley natural”. Es muy evidente que en la medida del avance de la secularización en nuestra sociedad, la reivindicación de los derechos humanos se ha relativizado y desdibujado… No en vano, Dios es el auténtico garante de la dignidad del hombre.

DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS




















LA ASAMBLEA GENERAL proclama la presente DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS como ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos de los Estados Miembros como entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción.

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Artículo 1.
Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
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Artículo 2.
Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.
Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía.
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Artículo 3.
Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.
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Artículo 4.
Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas.
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Artículo 5.
Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.
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Artículo 6.
Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica.
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Artículo 7.
Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación.
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Artículo 8.
Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley.
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Artículo 9.
Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado.
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Artículo 10.
Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal.
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Artículo 11.
1. Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa.
2. Nadie será condenado por actos u omisiones que en el momento de cometerse no fueron delictivos según el Derecho nacional o internacional. Tampoco se impondrá pena más grave que la aplicable en el momento de la comisión del delito.
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Artículo 12.
Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques.
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Artículo 13.
1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.
2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.
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Artículo 14.
1. En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país.
2. Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada por delitos comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.
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Artículo 15.
1. Toda persona tiene derecho a una nacionalidad.
2. A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiar de nacionalidad.
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Artículo 16.
1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio.
2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse el matrimonio.
3. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.
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Artículo 17.
1. Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente.
2. Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad.
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Artículo 18.
Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.
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Artículo 19.
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.
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Artículo 20.
1. Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacíficas.
2. Nadie podrá ser obligado a pertenecer a una asociación.
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Artículo 21.
1. Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos.
2. Toda persona tiene el derecho de accceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país.
3. La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto.
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Artículo 22.
Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad.
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Artículo 23.
1. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.
2. Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual.
3. Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social.
4. Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses.
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Artículo 24.
Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas.
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Artículo 25.
1. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.
2. La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales. Todos los niños, nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual protección social.
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Artículo 26.
1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos.
2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.
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Artículo 27.
1. Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten.
2. Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora.
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Artículo 28.
Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos.
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Artículo 29.
1. Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad.
2. En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática.
3. Estos derechos y libertades no podrán, en ningún caso, ser ejercidos en oposición a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.
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Artículo 30.
Nada en esta Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados en esta Declaración.

Libertad y democracia





La libertad es la capacidad para decidir y llevar a la práctica lo decidido, según opinión y deseos propios. También es el estado o circunstancias en los que tales cosas son posibles. De un objeto sólo esperamos unos efectos conforme a unas leyes determinadas, a su naturaleza y a las causas externas, pero cuando un ser que se reconoce de una cierta clase y naturaleza no responde siempre del mismo modo ante unas mismas causas externas ni del mismo modo que otros seres de la misma clase, es necesario referir los efectos a una causa interna, a unas condiciones variables que se dan en el propio ser considerado. Esa indeterminación con respecto a causas externas de un ser consciente es lo que llamamos libertad, y no implica que para cualquier efecto falte una causa suficiente sino que para predecirlo o explicarlo siempre es necesario tener en cuenta una variable o conjunto de variables que describen el estado de ese ser. Este tema es oportuno para desarrollarlo en otro lugar y basta con esbozarlo aquí de este modo.Un ser consciente va a actuar según sus propias motivaciones hasta chocar con los límites que le imponga la realidad externa. La libertad es, en consecuencia, una parte inseparable de la existencia y de la acción de cada ser consciente, algo que va a ejercer espontáneamente y que puede entrar en conflicto con la libertad de los demás seres conscientes que le rodeen. Por lo tanto, dentro de una sociedad, los deseos de cada individuo van a encontrar como límites externos los deseos de todos los demás y van a tener las mismas condiciones que los de cualquier otro, de modo que su realización va a quedar sometida a elegir entre colaborar con los demás, o simplemente tomar en consideración su existencia y sus deseos, o enfrentarse a ellos e imponer los propios por la fuerza o el engaño.Si uno no ve a otras personas como semejantes con deseos propios y busca su bienestar, la realización de un deseo sólo dependerá de la capacidad para ejecutarlo, de la pura fuerza o habilidad. La libertad generará conflictos pero sólo el ser asocial apartará a otras personas o las destruirá, lo mismo que se aparta o se rompe una piedra que estorba, ya que es una misma cosa ver a los demás como miembros del mismo grupo de vida e intereses al que uno pertenece y considerar su libertad como un derecho. La libertad sin restricción no es un derecho sino el ataque del fuerte sobre el débil, mientras que vista como derecho implica la misma libertad para cada individuo y la subordinación de todos a unos mismos límites. La libertad sólo es derecho si se concibe como derecho, es decir, como extendida necesariamente a todos los miembros de la sociedad, y esto implica verlos como iguales y procurar su bienestar defendiendo, entre otras cosas, la libertad de cada uno contra las agresiones de otros.La libertad sólo puede ser absoluta si cada individuo está aislado y sus actos no tienen efecto sobre los demás. En cualquier otro caso, la acción de cada individuo tiene consecuencias para los que le rodean y por lo tanto su libertad debe quedar restringida en cuanto que tales efectos pueden no ser deseados por quienes los experimenten. Pero todo esto no depende de lo que es la libertad sino de lo que es la sociedad, de lo que son sus conflictos y los modos de resolverlos. La libertad es autonomía con respecto al exterior y por lo tanto no tiene límites por ella misma. Sin embargo, cuando hay de hecho dependencia con respecto al exterior, la libertad ya no puede ser absoluta y esto es lo que ocurre en sociedad.Una situación en la que los deseos y los intereses colisionan puede evolucionar en dos sentidos: hacia el enfrentamiento o hacia la colaboración. Si concebimos el derecho como algo que pertenece al individuo independientemente de sus circunstancias, tal concepto de derecho se queda vacío en la práctica. Imaginemos que la libertad no pueda ser restringida en sociedad, luego tampoco la libertad para restringir la de otro, cosa que nos lleva a una contradicción, a una disputa sin sentido ni aplicación práctica en la vida social y en la ética comunitaria o, en el peor de los casos, a la destrucción de la vida social imponiéndose sólo la fuerza o el engaño. Sólo en los casos en los que el ejercicio de la libertad individual no interfiere con la de otros es posible decir que se trata de un derecho absoluto. Por ejemplo, la libertad de pensamiento, que no puede impedir por su propia naturaleza la libertad de otros en ningún sentido.El derecho pertenece al individuo sin restricción sólo si lo abstraemos de su entorno social, pero una vez dentro de él, queda limitado. Podemos suponer que el derecho persiste y que sólo se limita su ejercicio, en el sentido de que ninguna limitación puede ser injustificada ni desproporcionada, sólo que en la práctica es inevitable que un derecho individual esté subordinado a una regulación social, sea cual sea la teorización del hecho. Sin embargo, lo interesante de un derecho es que sea norma para otros individuos y una cosa que pertenece a un individuo no puede ser, en cuanto tal, norma de conducta para los demás. Y eso es lo que sucedería si nos limitásemos a ver el derecho como algo absoluto que reside en su poseedor y no como una especial relación entre individuos.Debemos decir, por lo tanto, que los derechos expresan relaciones de un cierto tipo y no cualidades de los individuos. La cualidad es meramente ser humano y ser libre y consciente mientras que el derecho a la libertad es una relación mutua de respeto y defensa. De nada le sirve su derecho a la propiedad a un individuo agredido, supongamos, frente a un ladrón armado, por mucho que sus cualidades sigan siendo las mismas. Es la negativa del ladrón a respetar la propiedad de su víctima como derecho lo que hace que le robe y que, de existir tal derecho como cualidad, sea inútil frente a un arma pues no es norma de conducta aceptada por el ladrón. Lo que hace posible la vida social es que unos determinados valores son vistos colectivamente como protegibles y esto crea un nivel de compromiso mutuo que se expresa en dos niveles: el ético y el legal. Sin esa visión de compromiso con respecto a unos valores, cada individuo es un potencial enemigo para el otro (la visión del hombre como lobo para el hombre de Hobbes) y en esas condiciones muchas de las relaciones sociales son destructivas o al menos no son constructivas, que era lo que buscábamos.El nivel ético es el de los compromisos mutuos que no se basan, en principio, en una capacidad de coacción sino en una reciprocidad y una aceptación general simplemente esperadas. Es por ello poco definido tanto en el contenido de los compromisos como en su alcance, así como en las consecuencias de no cumplirlos. El nivel legal es el de los compromisos mutuos formalizados y explícitos, tanto en su contenido como en su aplicación, que resultan obligatorios y que tienen el respaldo de una capacidad coactiva que hace efectiva esa obligación. Es el paso del grupo social poco estructurado al estructurado e institucionalizado. Pero ese paso no es del nada al todo sino que ocurre de forma gradual. El nivel ético es el de la nula o escasa intervención social en los conflictos entre particulares, bien porque la sociedad no se halla estructurada de forma que la respuesta la implique en su conjunto o porque no se sienta afectada por la naturaleza o alcance del conflicto.Las sociedades son grupos de individuos que colaboran unos con otros en ciertos asuntos, pero el tipo y extensión de esa colaboración define el tipo y extensión de la sociedad. Las de estructura más simple se basan en relaciones de parentesco y en la ayuda mutua más o menos voluntaria. La colaboración y los favores son el aglutinante de todas esas personas en torno a fines comunes o al bienestar de un miembro visto como responsabilidad de la comunidad. Pero es algo bastante indeterminado hasta dónde llegue la responsabilidad de la comunidad y también si se implicará en el conflicto entre individuos. Estas sociedades no ven que haya demasiados temas responsabilidad de la comunidad y dejan que los particulares resuelvan sus conflictos, con excepción de los tabúes sociales más graves. Así, el asesinato es visto como reprobable por todos pero no necesariemente como un asunto en el que la sociedad deba intervenir. Como mucho, algo frente a lo que mostrará aprobación o desaprobación pero que esperará que se resuelva a base de venganzas personales o familiares.Es evidente que de esta manera se multiplican todos los conflictos entre particulares y las cadenas de venganzas. Pero no es nada extraordinario pues estas sociedades apenas se comportan como grupos para temas como la organización del territorio, el urbanismo, la traída de aguas y evacuación de residuos, la justicia o la defensa. De hecho, el paso a la organización estatal consiste en la progresiva intervención de poderes comunitarios en temas vistos en principio como particulares o, simplemente, el concepto de que hay temas comunitarios y que eso define a la comunidad y su extensión. Como he dicho al principio de esta serie, la democracia aparece en Grecia en sociedades ya bastante complejas y en las que los enfrentamientos se habían generalizado deteriorando la vida de todos. La sociedad en su conjunto debía intervenir para evitar el desastre y se trató de romper los lazos que ligaban al individuo con fratrias y tribus y hacer un conjunto de ciudadanos vinculados por igual a la comunidad y sus intereses colectivos.Pero esto es lo mismo que sucede en otros temas pues en las agrupaciones humanas cada vez mayores, desde la traída de aguas hasta la regulación del comercio, pasando por la seguridad pública y las relaciones civiles, toda la sociedad debía intervenir para no caer en el caos. Es fácil ver la diferencia entre unos caseríos aislados y una ciudad para que se vea la necesidad de un esfuerzo colectivo en la ordenación de todos esos aspectos. El mecanismo, sin embargo, no suele ser una repentina coordinación de todos los individuos en busca de un mismo fin. De hecho, en una sociedad esto es tanto más difícil cuanto mayor sea el número de sus miembros. El número de relaciones crece de manera combinatoria y no sólo por relaciones entre individuos sino entre grupos y subgrupos, y es crecientemente difícil que una solución convenga y convenza a todos y al mismo tiempo. Las soluciones vienen por dos vías: la alianza horizontal entre quienes explícitamente defienden unos mismos principios e intereses y la alianza vertical entre un individuo y otro más poderoso o un grupo, evidentemente más poderoso también que el mero individuo. Basta que una de esas asociaciones tenga algún éxito para que unirse a ella sea visto como una ventaja para el individuo aislado. Así se forman grupos en torno a los cuales se asocian tantos más individuos cuanto más fuertes sean y más protección garanticen. Y lo más habitual es que tengan en su centro a una persona o varias que conducen el grupo por su habilidad y su fuerza, pues en situaciones de peligro se suele mirar más a la seguridad que a la libertad.La intervención de esas personas o grupos poderosos asegura un interés colectivo en la defensa del individuo asociado a ellos y un poder coactivo que aplicar en tal defensa, y de esta manera su socialización e institucionalización. Tenemos ya dos características que avanzan desde la mera ética hacia la legalidad: la intervención social en asuntos particulares y la capacidad coactiva que la respalda, y respalda la obligación que crea en las partes afectadas. Y es parte del mismo proceso de avance desde la simple agrupación de parientes más o menos lejanos, que estructura las llamadas tribus o etnias unidas por lazos de consanguinidad real o simbólica, hacia la creación del estado. De este modo, algunos derechos encuentran su primera base y garantía ya que toda la sociedad se involucra en la defensa de la vida de un particular de una manera activa y no como mera espectadora más o menos crítica que deja a los parientes y amigos la defensa o la venganza de sus allegados. Esto, a veces, no tiene que ver con una conciencia clara ni de la existencia de derechos ni de la conveniencia de que existan para la comunidad y el propio individuo sino que algunos mitos pueden dar cobertura ideológica a una necesidad real. Así, los tabúes acerca de la sangre, de la muerte o del matrimonio, la propiedad o cualquier otro valor social, obligan por temor a consecuencias nefastas a toda la sociedad a actuar en un mismo sentido. Se trata de una conciencia falsa de la realidad, pero las consecuencias prácticas son una actuación social coordinada, que es el resultado ventajoso para la sociedad y los individuos.Una ideología como falsa conciencia puede encauzar los problemas de diversas maneras o disimularlos, pero no puede suprimirlos, ni puede suprimir el fundamental instinto humano de conocer la realidad. Por ello, los conflictos afloran de un modo u otro y sólo son resueltos en la medida en que la sociedad se hace cargo de ellos de manera activa. La respuesta racional son las instituciones estatales y, entre ellas, las que crean y aplican las leyes escritas. Estas responden a una doble necesidad: que la sociedad actúe frente a esos conflictos y que sus criterios sean públicos, universales y constantes. Ese interés social en proteger toda vida por igual, toda propiedad por igual o cualquier otro valor social es lo que genera los derechos, es decir, las relaciones sociales y políticas basadas en el mero hecho de ser persona o miembro de la sociedad, sin que importe ninguna otra cualidad. Basta con ser humano para ver defendida la propia vida, basta con ser ciudadano para poder gobernar la sociedad. Las cualidades ahí estaban pues nadie era antes ni menos humano ni menos parte de un colectivo, pero el compromiso universal y activo para su garantía y defensa las convierten en bases para el derecho porque las convierten en bases para la estructuración de una sociedad cohesionada. Es decir, que ese compromiso no se fundamenta en que ya existieran tales cualidades o situaciones sino en que su defensa permite que la sociedad resuelva los conflictos de un modo constructivo. Un derecho individual mayor que otro derecho individual es un conflicto en sí mismo pues el perjudicado lo ve como un evidente perjuicio, y sólo en la medida en que una sociedad resuelve esos conflictos, cada individuo se asocia a ella o se considera un miembro protegido por ella.Al hablar de la libertad diremos lo mismo. Es algo propio de todo ser consciente y lo garantizamos como derecho como un requisito fundamental de la democracia. Todos nos sentimos libres y limitados sólo por los demás, y esas limitaciones entran en el sumatorio de ventajas e inconvenientes de formar parte de una sociedad. Cuando las limitaciones a nuestra absoluta libertad, como desventajas, no son contrapesadas por la ayuda que recibimos, o cuando vemos que nuestra libertad resulta limitada en mayor grado que la de otros o que lo que podría estar en otra situación, empezamos a sentirnos atacados más que defendidos o más perjudicados que ayudados, en conflicto con los que limitan nuestra libertad sin que limitemos la suya en igual grado, y afloran las tensiones de muchas formas. No es necesario que el conflicto llegue a ser violento para que se perciban sus desventajas sobre el conjunto de la sociedad. La simple falta de colaboración deteriora la vida social pues reduce el grupo a un conjunto de individuos aislados y descoordinados, y en la medida en que el funcionamiento de la sociedad y sus ventajas dependen de la colaboración todo ello desaparece.

Símbolo universal de la resistencia pacífica








Mahatma Gandhi es, sin dudas, el máximo símbolo universal de la resistencia pacífica. Consiguió la libertad de la India sin usar la violencia, abogó por el fin de la discriminación a las castas inferiores de la sociedad india, y utilizó sus ayunos como arma de protesta. Mohandas Karamchand Gandhi nació el 2 de octubre de 1869 en Porbandar, India. Perdió a sus padres tempranamente y a los 22 años regresó a la India después de recibirse de abogado en Londres.El 1° de enero de 1877, cuando Gandhi tenía sólo siete años, la reina Victoria de Inglaterra se había hecho proclamar emperatriz de la India. Entonces poblado por unos 300 millones de habitantes, el inmenso territorio indio se transformó en la joya de la Corona británica. Fue mientras trataba de ganarse la vida como abogado en Sudáfrica, defendiendo a compatriotas emigrados, que Gandhi tomó conciencia del maltrato e injusticias que sufría su pueblo. Y cuando en Europa crecían los totalitarismos de Mussolini y Hitler sembró, con sus campañas de desobediencia civil, lo que sería uno de los hechos políticos más trascendentes del siglo XX: la independencia de la India, hecha realidad en 1947, cuando agotada por la Segunda Guerra y presionada por EE.UU., Gran Bretaña se sentó a negociar con Gandhi, entonces líder del Partido del Congreso Indio, y con Muhammad Alí Jinnah, de la Liga Musulmana.Gandhi seguía una dieta vegetariana, hizo votos de abstinencia sexual y renunció a sus bienes. Y por sus actividades políticas pasó más de seis años de su vida en la cárcel.Sus luchas también conocieron el fracaso. Poco pudo hacer por el fin de los privilegios de castas; y tampoco logró la reconciliación entre hindúes y musulmanes.Después de sobrevivir a un atentado diez días antes, Gandhi fue asesinado por el extremista Nathuran V. Godse, el 30 de enero de 1948.

La acción no violenta es, sin duda, una amenaza para los gobernantes autoritarios





















La acción no violenta es, sin duda, una amenaza para los gobernantes autoritarios. La temen porque la resistencia pacífica desarma la agresión, porque compite en un campo desconocido para quienes tienen el monopolio de la violencia. La temen porque es el polo opuesto de la psicología del malandro que hoy domina en nuestro país, porque no pueden traducir su lógica ni su lenguaje, porque su ingenio y creatividad contrastan asombrosamente con los argumentos repetitivos y vacíos de la hipócrita revolución.

Pero lo que más irrita al Presidente es que se le ha mostrado a la población que la obediencia y la sumisión es sólo una cara del poder porque sin la conformidad y el consentimiento de los subordinados el mando se derrumba.

Hasta no hace mucho, se creía que la resolución de los conflictos fundamentales que enfrentan las sociedades por la ambición totalitaria de sus mandatarios, la supervivencia y el respeto de los derechos humanos fundamentales, la libertad e independencia de pensamiento, solo toma dos caminos: la sumisión pasiva o la violencia. La resistencia pacífica da otra alternativa para salir de la opresión.

Inspirada en el método de la desobediencia civil de Henry Thoreau y Mohandas Gandhi, la no violencia como técnica política ha sido utilizada en Birmania, Lituania o Zimbabwe y condujo a la Revolución de las Rosas, en Georgia, y al derrocamiento del dictador Slobodan Milosevic, en Serbia, tras la acción pacífica del grupo juvenil Otpor. Su aplicación rompió con la apatía y degradación de las instituciones políticas y produjo cambios importantes en los valores y la cultura política de las sociedades sometidas promoviendo la participación ciudadana.

El éxito de la resistencia pacífica parte de una convicción moral: la responsabilidad del propio subordinado en el sistema que rechaza. La relación entre el mando y la obediencia es de mutua influencia. Si no hay consentimiento, si no hay quien obedezca, no hay poder.

lunes, 1 de marzo de 2010

LA DAMA TIENE MAS BOLAS QUE MUCHOS GENERALES










Me uno al comentario de que esta JOVEN musulmana, a pesar del riesgo que corre su vida, se enfrento al Dictador Irani para con una simple señal con su dedo medio expresar su deseo de libertad y Democracia... SI SEÑOR...
SI TRASPOLAMOS LA IMAGEN A NUESTRO PAIS, ESA DAMA TIENE MAS BOLAS QUE MUCHOS GENERALES VENEZOLANOS...
Ruben Bustillos //Militares Profesionales
militaresprofesionalesvenezuela@yahoogroups.com

Hugo ¿no te da pena?













Hugo ¿no te da pena?
Lo que faltaba, chamo, te han dicho jevita, insulto que al menos en nuestras tierras es insulto grave para un hombre de pelo en pecho. Muy mal hecho por parte del colombiano, usarnos a las mujeres para decirte lo que tenía que haberte dicho con todas sus letras ¡COBARDE! ¡ERES UN COBARDE!

Pana ¡que raya! Encima el cachaco te lo dice delante de todo el mundo y tú, como pa' darle la razón ¡arrugas! Ahora tú dices que no oíste, como dando a entender que si lo hubieses oído te hubieras desayunado al cachaco, pero a la par expresas que “él quería te agredir, físicamente”, es decir “el es maluco, me quería pegar”, con lo que quedas aún peor, yo que tú no aclaro, porque oscureces.

Y es que no importa lo que digas porque el asunto es que tienes tu historia, una historia que algunos no podemos, ni queremos, olvidar.

El 4 de febrero de 1992, a las 0:15 horas, tenías una cantidad de hombres bajo tu mando, y los enviaste a enfrentar a los que tú considerabas el enemigo, no voy a entrar en detalles de si tenías o no razón, pero lo cierto es que los mandaste a meter el pecho, mientras tú, con la cagantina por dentro, te escondías en un museo de gruesas paredes, porque tenías miedo, mandaste a otros a morir por ti, porque tú no eres lo suficientemente hombre para dar la cara por TUS hombres. Mientras tus compañeros se portaron como hombres, al margen de tener o no la razón, dieron la cara, tú, te escondías ¡COBARDE!

En un túnel, entre gallos y media noche, vendiste a tus camaradas, para salvar tu rabo, pediste todo tipo de garantías para ti, usando a tus compañeros como escudo de protección, porque eres un ¡COBARDE!

Luego vino el acto más miserable de tu vida, algo que los Venezolanos conocemos con La Tragedia de Vargas. Las lluvias eran constantes, ya los entendidos alertaban del peligro, lo sensato, lo correcto, era alertar a la población, facilitar una evacuación, pero tú, miserable, diste la orden de callar, de ocultar la gravedad del asunto, porque tú querías tu constitución, no querías ni siquiera retrasarla, la querías y la querías en ese momento.

Sabes, yo conocía a una mujer, una que tú conocías también, se llamaba Haydee, ella era la productora de tu programa “Aló, presidente”, en aquellos tiempos en que solo salía por radio. Ella... ella confiaba en ti, chico, ella decía “no, el es un tipo muy bueno, lo que pasa es que tiene un mal entorno”. Y así... bueno, iba a decir que se murió, pero el asunto es que no sabemos, simplemente desapareció. La familia pasó mucho tiempo buscando, nunca supieron de ella.

En fin, pasó aquello ¿cuantos murieron? Nunca se supo a ciencia cierta, miles, decenas de miles, no sé. Sí recuerdo que tú tardaste tres días en dar la cara, en aparecer ante el país, a explicar, a decir, lo que fuera ¡tres días! Tres días escondiéndote como el miserable que eres para no mostrar tu cobardía. Dijiste que no habías podido ir allí porque no había forma de pasar por la lluvia... todo el equipo militar del país disponible para ti, y no fuiste, es decir, que si Venezuela entra en una guerra y llueve, suspendemos la batalla como si fuera un juego de pelota: “por lluvia”. La verdad es que no fuiste por lo que todos sabemos, ¡ERES UN COBARDE!

Luego llegó aquel abril de 2002, la calle estaba desbordada, y tú, miserable, mandaste a encadenar las televisoras para tratar de ocultar que en las calles de Caracas caía la gente como moscas. Te sacaron y fuiste a dar a una isla, luego regresaste, con un Cristo en la mano, pidiendo perdón, reconociendo que había actuado mal, pero jurando que te ibas a portar como un corderito, como siempre, mintiendo, engañando, porque ¡ERES UN COBARDE!

Luego fuiste a una cumbre en Chile, como siempre, con tus aires de matón de barrio, acusando a todo el mundo de estar en tu contra sin razón, porque tú eres un angelito y es que “la maestra te tiene tirria”. Entonces hiciste perder la paciencia al Rey de España, y delante de todo el mundo te mandó a cerrar el hocico. Y tú... tú aguantaste calladito el insulto, luego inventaste que era que no lo oíste, lo oyó todo el mundo, pero tú que lo tenías a pocos metros ¡no lo oíste! Claro que lo oíste, y te callaste, y soportaste la humillación por una sencilla razón ¡ERES UN COBARDE!

Ahora llega el colombiano, y te dice que “seas varón”, como se ve que no te conoce, ¿como vas a ser varón? Mejor te hubiera pedido un viaje ida y vuelta a la luna, mucho más fácil de lograr a pedirte que te comportes como lo que no eres.

Porque lo cierto, Hugo, es que eres un miserable, un cúmulo de bajezas humanas, eres miserable, eres vil, eres rastrero, eres mentiroso, eres manipulador, eres maquiavélico, y por sobre todas las cosas, ERES UN COBARDE.

Eres patético, sales en las televisoras del mundo con una risita nerviosa, porque sabes que has quedado desnudo ante el mundo, el poder que usaste para abusar, para humillar, para matar, se te escurre entre los dedos, tus bravuconadas se revelan hoy como lo que son, las pantallas de un matón de barrio que no tiene nada en las bolas, los hondureños te mandaron a comerte un cerro, y solo te quedó la palabra hueca de lo que ibas a hacer, y que no pudiste hacer, se te jodió la franquicia. Los que te apoyan, por chulos, saben hoy que si las cosas se les pone dura, de ti no pueden recibir nada, porque eres un cobarde, un arrastrado que solo sabe insultar y amenazar, pero que a la hora de las chiquitas, frente a la dignidad y la valentía, lo único que sabes hacer es salir corriendo. ¡PORQUE ERES UN COBARDE!

Yo, por mi parte, no te voy a pedir que seas varón, porque no me gusta pedir imposibles.

Ernetinas Mogollones
Foto: Terra.com
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